He regresado al whisky
mientras algunas tormentas de recuerdos
me visitan en la madrugada.
Tengo el número de un teléfono que no volveré a marcar
y hay una piel que no recorreré de nuevo, aunque, en realidad, nunca fui bien recibido.
Aquello, más que un acuerdo, fue una invasión y un sentimiento que sólo yo aporté, aprovechando la confusión de la música y el alcohol,
y los planes que nunca se realizaron.
Ahora el mundo se está rompiendo.
Ahora tengo pensamientos de catástrofe mientras visito el cementerio de las posibilidades.
Estoy en la orilla,
entre la perdición y el triunfo,
a cualquier lugar donde me empuje el viento encontraré pérdida,
porque las deseadas islas del Mediterráneo se hunden cuando Heidi no está y,
por el momento,
tengo que encerrarme en un hospital mental;
algunos dicen que estoy perdiendo la cordura,
yo creo que me encuentro en mi mejor momento.