La tormenta seguía por la madrugada,
y seguía al amanecer;
había comenzado por la noche
y aún se escuchó un relámpago a las 7 de la mañana.
Me encontraba con Rosario en la cama.
Ella era una buena mujer. De lo mejor sobre la tierra.
Yo esgrimía poemas, a veces a máquina, a veces en computadora o a mano; estaba en un buen momento.