Hay un momento en la vida en la que uno elige los recuerdos que te van a acompañar y ya no puedes dejarlos atrás, como si se pegaran a tu espalda y susurraran al oído “No me dejes atrás”. Qué se le puede hacer, sino escucharlos el resto de la vida, en todos los lugares y dejarse engañar por lo que no ocurrió.
Max tenía la vida partida, fue así desde que supo lo de Beatriz y no estuvo en el momento en que ella cayó al suelo, de la nada, …